Capítulo
2
La cita era
vernos en el centro comercial a las doce del día, sabía, por medio de Nakamaru,
que Masuda era alguien muy puntual, y que siempre procuraba ir a las citas y
reuniones con tiempo y de muy buen humor, y yo, muy a mi pesar tuve que aceptar
la situación pues mis impulsos me llevaron a decir que sí a algo que no quería
en realidad.
Eran las
once con cuarenta minutos, y seguí en mi casa en pijama, no quería ir, y de
verdad estaba considerando no ir, total ¿Qué podría pasar?, tenía unos DVD nuevos que no había visto, y una buena
dotación de palomitas, no lo pensé mucho más y cuando miré mi reloj eran las
once con cincuenta y cinco, si corría a toda velocidad llegaría con un ligero
retraso y con una excusa medio tonta podría funcionar, pero puse la película y
me acomodé en mi sillón de la sala.
La película
era muy cómica, mis palomitas
suficientes, pero mi cuerpo necesitaba algo, mi objetico: el baño, pausé la película
y me dirigí al sanitario, cuando pase por mi cuarto vi mi ropa y decidí
cambiarme, pues también me es incomodo andar con el pijama todo el día, cubrí
mis necesidades fisiológicas y vi de casualidad el reloj: eran las doce con cuarenta
minutos.
Me sentí un
poco mal, pero lo olvidé rápido, pues la verdad quería disfrutar de mi día
libre y descansar, regresé a mi sofá a ver mi película.
Cuando casi
me ahogué de la risa por una palomita traicionera comprendí que, necesitaba
algo de beber, volví a pausar el video para ir a la cocina por algo de beber,
tomé entonces un vaso de vidrio y lo llené de jugo de naranja, al voltearme
tiré la jarra del jugo accidentalmente, se quebró, eso ¿Era símbolo de mal
presagio?
Limpié y
tomé mi jugo, marcaban ya la una con quince minutos, no le di importancia y
seguí con mi actividad, en la cual, cuando se ponía mejor, se fue la luz.
Algo malo
pasaba, eran la una con cuarenta y cinco.
A la luz le
dio la gana regresar hasta media hora después, tiempo que en el cual no hice
nada más que limpiar un poco la sala, la cual era un tiradero de guerra, me
estaba dando una muy peor muy buena aburrida ese día.
Terminé
entonces de milagro al película sin ya muchas ganas, me pareció de lo más común
y aburrida, el protagonista era alguien muy tonto, no sabía y qué hacer con el
tiempo que restaba del día, y me puse a limpiar el resto de la sala y mi
cuarto, todo era un verdadero desorden, cosa de la cual me alegro pues así haría
algo, puse a lavar mi ropa y empecé con el aseo.
Cuando algo
lo haces con ganas hasta ni sientes el tiempo pasar, tenía ya mi ropa tendida y
secándose, y mi apartamento reluciente como una tacita de porcelana, así que me
decidía a dormir la siesta.
Me hallaba en mi casa, todo tenía un
matiz gris, parecía que algo faltaba, un tipo de atmosfera que da vida, o algo
así, cae la lluvia en el exterior, ¡MI ROPA!, salgo a ver y un camión viene por
la calle a toda velocidad, parece no tener frenos, no me molesta mucho pero
alguien va cruzando la calle:
-Ue… -esa persona está cansada, y va
en busca de alguien, salgo de mi apartamento y veo a la persona con más
claridad.
Se escucha un claxon muy fuerte y
estruendoso, horrible, silencio, y luego sangre derramada por todos lados, el
camión arrolló sin piedad a quien cruzaba la calle, me acerco al cuerpo y…
Despierto,
Fue un sueño.
Estoy
alterado, miro el reloj, marca las cinco con cuarenta y cinco de la tarde, no
sé por qué pero tomo una chaqueta y salgo corriendo, tengo que ir… necesito ir…,
ese sueño no me gusta nada, ¿Sería posible que … por mi culpa? ¡NO!, no quiero
pensar en ello, tomo el tren para el centro, el minutero parecía hora avanzar mucho
más rápido que nunca, ¡Mierda!, llego a la estación, bajo y voy corriendo al
centro comercial.
Entro, hay
mucha gente, una chica piensa que ha visto a Ueda Tatsuya, y se lo dice a la gente,
los ignoro, llego al punto de encuentro, no hay nadie ahí, bueno sí, pero es
gente desconocida para mí.
-Claro, ¿Quién
espera a alguien con un retraso de –miro mi celular– seis horas con diez
minutos? –Susurró.
-Yo –alguien
a mi espalda contesta, es él.
Me
sobresalto y vaciló, me volteo y lo veo, va vestido de manera cómoda y única,
muy a su estilo, se le ve muy bien, no trae pintas de alguien reconocible, me sonríe
y no entiendo el por qué, yo en su lugar
estaría furioso.
-¿Por qué?
-No lo sé
llegué aquí como a las once cincuenta pero…
-¿Por qué
no te fuiste?
-Sabía que
vendrías
-Yo…
-No
necesitas excusas… yo se que era importante
-Pero yo…
-Calla –puso
sus dedos en mis labios –no me importa que hiciste, debió ser muy importante y como es así, no es necesario que me lo expliques.
¿Por qué
era tan perfecto este chico?
-Debí
avisarte –digo entre dientes, sus dedos siguen en mis labios.
-¿Y cómo,
si no tienes mi número?
Me reí un
poco debido a que es verdad lo que dice, y a la mueca que puso, por alguna
razón le creo que llevaba las seis horas ahí esperando, y eso es demostrado por
su estomago, el cual ha hecho un ruido, algo impaciente y que solo indica una
cosa, una necesidad humana por cubrir: comer.
Lo invité a
comer, y el trato de hacerme al plática sin mucho éxito de mi parte, sin embargo
me hacían mucha gracia las distintas muecas y pucheros que hacía.
El pidió
gyozas y yo onigiris, nos quedamos en silencio hasta que llegaron las ordenes,
los platos eran inmensos, pero ambos teníamos un hambre voraz, -yo comí a base
de palomitas y jugo y el seguro nada- y las devoramos sin problemas … pedimos
la carta de postres.
-En seguida
–dijo un sonriente camarero.
Y así fue,
llevo la carta, pero sólo una, ambos la miramos juntos.
Nada nuevo o
único, o que valiera la pena, los postres tradicionales que hay aquí, en México
y China, nada novedoso de verdad, o eso creía hasta que mis ojos vieron la llamativa
foto de un postre rico: un pay de queso con fresas y kiwi más aparte un poco de helado alrededor, para acompañar,
relamente delicioso.
-¡El pay
por favor! –digo pero, no sólo yo, también Masuda o dijo.
Bien y
ahora comparto a Nakamaru, la mesa, el tiempo y los gustos en postres con el
entrometido.
-Sólo queda
una ración –nos dice, y estoy por decir que se lo deje a Masuda pero…
-No hay
problema, compartiremos ¿verdad?
Estoy en
shock, y el camarero sonriente se va.
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