Título: Noches de Navidad
Género: Romance / Locura
Advertencias:
Ninguna.
Parejas: Tegoshi Yuya x Masuda Takahisa
[TegoMass], Koyama Keiichiro x Shigeaki Kato [KoyaShige]
Fandom: NEWS
Palabras: 2300
Tipo: One-shot
Resumen: Una amiga de Tegoshi lo envidia con
¿Locura? La felicidad que brinda la Navidad no debe ser cuestinada.
Cuando me ofrecieron el puesto de
directora en un Manicomio, sinceramente pensé que era una buena broma, pero al
ver la seriedad de mi mejor amiga y también superior, supe que no tenía otra
opción más que aceptar de mala gana. No era lo que quería, pero de igual forma
la paga era fabulosa.
Soy una chica pudiente, estudié
varios años varias ramas de la psicología y la psiquiatría, me consideran un
prodigio en estas ciencias y se piensa que mejor lugar para mí no puede haber.
Le comuniqué esta noticia a mi mejor amigo Tegoshi, en una cena de una noche de
Diciembre.
A Tegoshi lo conocí en mis primeros
años del estudio de la Psicología, pero el no terminó la carrera, se retiró un
año antes de terminar, pues se enamoró perdidamente de un buen chico que en ese
año terminó la carrera en Gastronomía. Siempre pensé que ese era el error más
grande de su vida, pero, cada vez que lo frecuentaba… Lo veía más feliz que
antes. Se refería a su novio como “Su Cachetón”. Estaba realmente enamorado.
Esa noche, cuando le dije de mi
nuevo trabajo no hizo más que felicitarme y me llevó a un pequeño restaurante,
cuyo dueño no era otro que “Su Cachetón”. Lo admito; su graduación con honores
era bien merecida, la comida fue especialmente deliciosa. Los dos me
felicitaron y me retiré, envidiando un poco a Tegoshi. Él era feliz, ¿Y yo?
Estaba por ganar buena cantidad de dinero por ser directora de ese Manicomio… Y
no era feliz.
En los primeros días de mi nuevo
trabajo, me dediqué a conocer a todos los que estaban ahí conmigo, pacientes y
otros psiquiatras, psicólogos y enfermeras. Puse especial atención en mis
pacientes y pensé que debía tratar bien con ellos. Conocerlos. Entenderlos.
Ayudarlos… Y hacer que disfrutaran lo más posible (y normal) de su vida.
Conocí casos realmente tristes.
Había una pareja, realmente triste
en especial. Un chico tenía en su poder unas diez copias de un solo libro, y
siempre cargaba con estas por todo el lugar, repetía constantemente “Shige~~~”.
De primera instancia, sospeché que tendría alguna fijación por algún personaje
del libro que tenía, pero luego una enfermera me explicó que “Shige” era el
autor de ese libro.
“Shige~~ ¿Dónde estás?”
“Podríamos buscarlo si quieres…~”.
Le contesté un día y aunque se asustó un poco, me sonrío, dejando uno de sus
ejemplares entre nosotros. Le sonreí y como mejor pude, empecé a platicar con
él. “¿Qué es Shige para ti…” me detuve a leer su apellido y continué “…
Koyama-kun?”
El me sonrío, y reconocí en su
rostro la misma expresión que ponía Tegoshi, cuando llegaba a hablar del
“Cachetón”, fue por eso que no me sorprendió en lo más mínimo cuando este
chico, tras dudar unos segundos, me contestó en un murmullo:
“Es el chico que amo”
Me explicó, a través de varias
pláticas que Shige era su mejor amigo de la infancia, que Shige era quién lo
ayudaba y aunque ese “Shige” era unos años menor, era mucho más inteligente.
Pero pese a toda su explicación, yo no entendía el por qué Koyama-kun estaba
ahí, abrazando esos libros, ya que siempre que se lo preguntaba, Koyama-kun
rompía a llorar, me gritaba o empezaba a leer su libro con desesperación,
tampoco me explicaba nunca como es que ese “Shige” se convirtió en el chico que
amaba.
Dejé de prestarle atención, hasta
que leyendo algunos expedientes vi el nombre de “Shigeaki Kato” y casi me caí
de mi silla. Llamé a la enfermera a cargo de ese chico… Y supe su historia, la
cual era la otra mitad de la historia de Koyama-kun. Lo malo era que… Kato-kun
era aún más inestable que Koyama-kun, me tomó muchísimo más tiempo de
comprender y unir los lazos sueltos de su historia.
Los dos eran ciertamente amigos de
infancia, sus madres habían sido amigas inseparables de Instituto, así que sus
hijos estaban muy comunicados. Koyama-kun fue un chico sumamente sociable y amable,
tenía un instinto muy fuerte de protección. Kato-kun por su parte era muy
tímido y hasta egoísta. Solo hablaba bien con Koyama-kun.
Ellos se llamaban entre ellos por
unos motes que ellos mismo se pusieron “Keii” y “Shige”.
El tiempo pasó. Y su amistad se
fortalecía más y más, pero… Todo cambió cuando Koyama-kun se enamoró de una
compañera de clase. Ahí se demostró lo posesivo que podía ser Kato-kun. La
pobre chica de la que Koyama-kun estaba enamorado, no vivió más de seis meses
más. Naturalmente, pese a sus escasos 21 años cumplidos, Kato-kun asumió la
responsabilidad y fue enviado a prisión.
Koyama-kun, quién nunca supo el
motivo real de que su mejor amigo matase a esa chica, lo visitaba seguido, su
amistad de alguna manera seguía y hasta más fuerte que antes. Kato-kun se
inspiró y aprovechó su tiempo en prisión y comenzó a escribir, todo lo que
pudo, perfeccionándolo y un buen día le dio a su gran amigo, un manuscrito, el
cual al ser leído por este, no dudó en llevarlo a una editorial.
Fueron muy felices tras pagar una
fianza, Kato-kun salió bajo libertad condicional.
Y lo malo empezó ahí. Kato-kun creía
firmemente que eran una pareja. Koyama-kun por su parte había ocultado a su
amigo, que estaba por contraer matrimonio.
El día en que Kato-kun recibió su
invitación a la boda, se volvió loco. Gritando, insultando y llorando le dijo a
Koyama-kun lo mucho que lo amaba. Y lo mucho que en ese momento lo odiaba. Le
dijo mil cosas de las que, según nuestras pláticas, está muy arrepentido. No
mucho tiempo después fue traído a este Manicomio.
Con Koyama-kun pasó algo peor. No se
casó. Perdió a su mejor amigo. Y descubrió en su interior lo necesario que era
“Shige” para él. Se obligó a enamorarse de recuerdos, se obligó a amarlo, se
obligó a sufrir por él. E innumerables veces se echó la culpa de todo lo
sucedido con Shige.
Las enfermeras decían que era un
error tener a los dos en el mismo Manicomio, pero Kato-kun odia salir de su
habitación y Koyama-kun evita subir las escaleras a toda costa, así que no se
ven. No saben que están juntos. Koyama-kun se aferra al único recuerdo que
tiene de Kato-kun en este lugar, sus libros, y son varios pues, de alguna
manera se siente rodeado por él, razón por la cual nadie puede tocar sus libros.
Kato-kun por su parte está siempre encerrado en su habitación, llorando
constantemente por no poder estar con su “Keii”. Fue inútil intentar juntarlos.
Algunas personas a las que les llegué a contar el caso, les dio lástima.
Los demás casos eran casi tan raros
como ese, estar ahí era como estar en muchos mundos diferentes. Comencé a
pensar que pasaría conmigo ahí. Tal vez me volvería uno de ellos.
Pasó un año, y de alguna manera
seguía cuerda. Así que fui cordialmente invitada por el “Cachetón”, a una fiesta
Navideña. Fue mucha mi sorpresa porque pese a ser la mejor amiga de su novio,
ese pelirrojo y yo nunca tuvimos una relación amistosa muy profunda.
Jamás pensé que por esa “Fiesta
Navideña”… Vería a Tegoshi a diario.
El Cachetón, llamado cariñosamente
por mi mejor amigo “Taka” o “Massu”, nos confió a todos sus invitados, que en
esa fecha al fin le pediría a Tegoshi que se casara con él. Encontré eso algo
asquerosamente romántico… Y volví a envidiar a Tegoshi.
La fiesta fue un rotundo éxito, pero
“Massu” se guardó su proposición para el final, cuando todos nos debíamos de
haber ido ya. Incluso para hacerla de emoción, el mismo se ofreció a llevarnos
a nuestras casas antes de hacer esa “mágica” y “Romántica” proposición.
A ninguno de los invitados se nos
ocurrió que eso podría ser una mala idea, al contrario, encontramos eso como un
gran favor ya que muchos habíamos bebido más de la cuenta. Yo, llegué temprano
a mi casa ese día y me fui a dormir… Para enterarme del resto de la historia
mucho después.
Unos meses después me llegó la
notificación de que un nuevo paciente iba a ingresar. “Otro loco”, pensé. Se me
calló mi café sobre mi falda al ver el nombre de ese “nuevo loco”… Tegoshi
Yuya. Cuando llegó, fue dormido, estaba sedado, y yo no entendía nada, pero el
tiempo, nuevamente, me dio a conocer la respuesta.
Tegoshi podía pasar por un chico
normal, es por eso que por todos esos meses hasta julio estaba “bien”, es más,
muchas veces me ayudaba con el cuidado de algunos pacientes, incluso pudo ser
amigo de Kato-kun y convencerlo de salir de su cuarto. Gracias a Tegoshi,
Koyama-kun volvió a su personalidad amable y sociable… y sí, gracias a Tegoshi
Koyama-kun y Kato-kun volvieron al fin a hablarse.
Tegoshi hablaba mucho conmigo,
sentía que trabajábamos juntos. Pero era rarísimo que “Su Cachetón” no
apareciera… Ni en las pláticas de Tegoshi. Y fue hasta cuando llegó la Navidad
del siguiente año, pude darme una idea.
Todo iba bien, Tegoshi en especial
estaba muy emocionado, consiguió que adornásemos el lugar como nunca había sido
adornado. Pero al llegar el veinte de diciembre el empezó a cambiar, gritaba de
un momento a otro y abrazaba los adornos hasta romperlos y luego llorar por
haberlos roto.
El veinticuatro y veinticinco de
diciembre pude comprender porque Tegoshi, estaba ahí, porque estaba loco. Se la
pasó convenciéndome para que lo dejase usar la cocina del lugar, y por tanta
insistencia no tuve otra opción más que dejarlo usarla. E hizo galletas, pero
no cualquier tipo de galletas, ni siquiera galletas típicas de navidad, hizo
galletas con forma de Cerditos. Estaban muy lindas, pero pude darme una idea de
todo lo que pasaba.
Calentó leche a altas horas de la
noche, y la puso en un vaso y se llevó cuidadosamente esas galletas y la leche
debajo del árbol que el mismo puso cuando andaba más cuerdo, días anteriores. Y
se sentó a esperar. Y a esperar, dieron las doce de la noche y seguía
despierto, esperando, al día siguiente lo encontramos con las galletas intactas
y con la leche fría y en el mismo vaso, que seguía lleno, y él… dormido, con
señas de que había llorado más.
Para el fin de año no había salido
de su habitación, y al comenzar a preocuparme por mi mejor amigo… Llegó el
primero de enero y él estaba como nuevo.
Para mi sorpresa, regresó a la
normalidad, como si fuese una persona cuerda, y decía no recordar nada de la
Navidad, hasta se quejó por no haber adornado el lugar. Nadie se atrevió a
decirle que él mismo adornó todo y preparó todo pero por su estado se tuvo que
quitar.
La Navidad siguiente fue lo mismo, y
la siguiente también. Ya estábamos acostumbrados… Así pasaron diez años más. A
Tego lo apodaron “El loco de la Navidad”. Y este… seguía sin hablar de su
“Cachetón”. Solo, cada mañana de Navidad amanecía dormido, bajo el árbol, que
él mismo había puesto, con galletas y leche… Con señas de haber derramado un
mar de lágrimas.
Tegoshi y yo teníamos ya 37 años, y
fue esa noche, unos seis días antes de Navidad, cuándo una señora me fue a
visitar, no la conocía… se presentó como la madre de “Massu”. Diciéndome
muchísimas cosas… del día en el que fui invitada a la fiesta Navideña. Después
de pasar a dejar a cada invitado en su casa, “Massu” se vio involucrado en un
espantoso accidente de tránsito, en el cual, junto con tres borrachos y más de
once involucrados como él, perdieron la vida. La señora me explicó que había
una razón por la locura de Tegoshi, al cual ella quería como un hijo más:
“Takahisa, le pidió a Yuya que
prepara las galletas de siempre con un poco de leche y que lo esperara
despierto cerca del árbol, pues quería darle un regalo especial de Navidad…”
No tardé en comprender que el regalo
tenía que ser la proposición de matrimonio, que mi amigo estaba esperándolo
aún, que por eso lloraba tanto, que por eso se esmeraba tanto en las galletas y
era muy exigente con el adorno navideño… “Massu” tenía su casa muy bien
adornada esa noche… Ese día, pensé en las muchas veces que envidié a Tegoshi, y
ahora le tenía muchísima lástima. La madre de Massu me entregó una cajita.
“Ese es el anillo que Takahisa le
daría a Yuya esa noche…”
Lo guardé en mi escritorio, ver ese
anillo…. Quizás no sería bueno para Tegoshi.
Pero las cosas esa Navidad
cambiarían sin que yo lo supiese. Porque esa Navidad, encontramos a Tegoshi, de
nuevo bajo el árbol, pero sonriente, sin galletas, sin leche, sin ninguna
muestra de haber llorado amargamente, sonreía dormido como nunca. Lo miré
extrañada. Una enfermera le movió y se quedó quieta, comenzando a llorar,
Koyama-kun, que también sabía del extraño síntoma de Tegoshi en Navidad se
acercó y empezó a llorar al mirarlo, y así todos lloraban al estar cerca de él.
Me agaché a tomar su mano, preguntándome por qué todos lloraban. Y cuando lo
hice empezaba a llorar también.
La mano de Tegoshi estaba helada, no
había vida en Tegoshi. Pero… después sonreí, y mandé a que se hiciera una
fiesta Navideña. Nadie me entendía, y posiblemente nunca nadie lo haga, quizás
yo me volví loca también, pero…
Yo sé porque Tegoshi murió con una
sonrisa en los labios, tan tranquilo, sin las galletas ni la leche, porque en
su dedo anular, estaba el anillo que yo creía en mi escritorio. Massu llegó por
él. Ellos estaban finalmente… Juntos. Y de nuevo, después de muchos años, volví
a envidiar a mi amigo Tegoshi, porque el nuevamente era feliz. Mucho, muy
feliz.
-----------------------------------------
Regreso al mundo de los fanfics ^^ Feliz Navidad!!
Espero les guste esta rara historia que hoy se me ocurrió lol!